Alrededor de 20.000 individuos que integran los yanomami viven desperdigados por la selva tropical, en aldeas separadas por muchos kilómetros de tierra deshabitada. Alrededor del 70 por ciento de esta población ocupa el sur de Venezuela, en el estado Amazonas mientras que el resto se distribuye por zonas adyacentes a Brasil, en concreto en una zona que comprende parte del estado de Roraima y del Amazonas. Las comunidades Yanomami se concentran en la zona de la cuenca del río Mavaca, en los afluentes del Orinoco, en la Sierra Parima.
Viven en aldeas pequeñas, de entre 40 o 50 personas, que se construyen en círculo completamente abiertas. Sus viviendas tienen forma cónica y viven en grupos de familias. La situación de las cabañas puede variar y, en numerosas ocasiones, en lugar de formar un círculo, forman una hilera.Las familias comparten con las otras familias de la comunidad los productos obtenidos de la caza, la pesca o la cosecha (dentro de cada shabono conviven varias familias como una comunidad).
Cuando se reúnen alrededor de la hoguera, que está en el centro del shabono, comen, conversan, fabrican su utillaje, explican sus historias, mitos, leyendas y enseñan a los niños sus tradiciones.
Una de las costumbres más curiosas y primitivas de esta etnia es la práctica del canibalismo endogámico como ritual sagrado: en una colectiva ceremonia funeraria se comen las cenizas de los huesos de su pariente muerto. Creen que en los huesos reside la energía vital de la persona fallecida y que al ingerir sus cenizas la reintegran al grupo familiar.
Utilizan la sustancia tóxica de unas plantas para impregnar las puntas de sus flechas. Este veneno (curare) paraliza al animal cazado sin alterar su conciencia ni la sensibilidad.
Las mujeres se adornan atravesando con un palo pequeño su tabique nasal y las comisuras de los labios.Utilizan también pinturas corporales. La etnia lleva siempre el mismo corte de pelo, con flequillo y la coronilla rasurada (estilo capuchino). Las cicatrices son muestra de valor y madurez. Tienen una pequeña estatura y sólo se visten con un cinturón tubular los hombres y un pequeño fleco las mujeres.
Controversia...
A finales de la década de 1980 se conoció el caso de Yarima, una joven yanomami de la aldea de Hasupuwei-teri, ubicada relativamente cerca de las cabeceras del río Orinoco en territorio venezolano, quien en concordancia con sus costumbres fue ofrecida en matrimonio por su padre, siendo aún una niña, al antropólogo estadounidense Kenneth Good, quien convivió con la etnia entre 1975 y 1986, y él aceptó a pesar de su inicial resistencia. Ella y su esposo vivieron en un suburbio de Nueva Jersey junto a sus tres hijos. Aunque la familia emprendía largos viajes a través de la selva amazónica de regreso al shabono de donde es originaria Yarima, las diferencias culturales y el estilo de vida estadounidense fueron convirtiéndose en un obstáculo imposible de superar para ella y acabó abandonando a su esposo e hijos en 1993 para regresar a su lugar de origen. En 2013 el caso volvió a tomar notoriedad cuando se dio a conocer que su hijo mayor, David Good, había logrado en 2011 reencontrarse con su madre en la selva amazónica.
Mujeres yanomamis pescando |
Yarima |
Ninos yanomamis cazando |